Una ratoncilla quiere echarse una siesta, pero en vez de apoyarse contra un árbol, lo hace encima de un león. La ratoncilla pide al león que no le haga daño, porque algún día, quizás, pueda serle útil. El león se ríe: no ve lo que un ser tan pequeño podría hacer por él. Libera a la ratoncilla por graciosa. Sin embargo, un día, mientras está tranquilamente en su casa, la ratoncilla oye gritar a alguien. Es el león, que ha sido atrapado dentro de una red. Con sus dientes, la ratoncilla consigue roer las gruesas cuerdas de la red y libera a la fiera.
