La multitud silenciosa es la historia de un perdedor que no desea redimirse porque no cree en los finales felices. Prisionero de sus contradicciones, Pedro M. no es un tipo que quiera vivir al margen, ni se trata tampoco de que las circunstancias le sean a él especialmente desfavorables. Lo suyo es sencillamente incapacidad. Su mirada se ha quedado prendida de la mueca absurda de la realidad y él no puede, muy a su pesar, mirar para otro lado y creerse su vida.
Escrita con un estilo en el que destacan la ironía y el recurso constante del humor, desbordante y canalla por momentos, la novela ofrece una sucesión de situaciones tragicómicas que desvelan el envés de nuestras rutinas cotidianas: el sinsentido, la soledad, la hipocresía. Hay en ella una visión descarnada y amarga de l absurdo, y en esto la novela recuerda a autores como Henry Miller o Céline, a los que se dedican frecuentes guiños entre sus páginas.
Un relato en rabiosa primera persona que según avanza se va volviendo alucinado y esquizofrénico. Un texto a favor de la memoria, evocador de la infancia perdida y que, paradójicamente, no reivindica la esperanza. Una mirada corrosiva y tierna a la vez,. Un personaje que bien podría ser cualquiera de nosotros, si no fuera por esa capacidad para aceptar el engaño que nos rescata tan oportunamente y nos mantiene dentro, callados entre la multitud.
