No hay cerdos para tantas perlas Historias en las que aparecen Aquiles, algunos romanos, unos cuantos bárbaros, Jonás, Lázaro, Putin, Alicia, Hitler, el Principito, el Covid-19, osos pandas hechos en China, Moby Dick, el cadáver del autor, un robot morboso, Jorge Ibargüengoitia, los negros que se colaron en la obra de García Márquez, Elías Canetti, la reina de la novela negra, Tarzán, Poncio Pilatos, Cleopatra, el primogénito de Cleopatra, Bruto, Barbie, Ken, una niña de telenovela, hogares más o menos dulces, el mal todavía irremediable de la polaridad, sobredosis de Clonazepam, viajes al futuro, viajes al pasado, viajes a todas partes, Salgar, Barichara, Turbo, Manaos, Cartagena, Medellín, Bogotá, el reino de Mickey Mouse, un automóvil de 1960, una motoneta de 1961, un perro sin pedigrí, un perro con mucha rabia, la I.A., carne de ardilla, el asteroide B612, el 11 de septiembre de 2001, la tía Carlota, jardines insumisos, abismos, piscinas, bosques, unidades de cuidados intensivos, Luis Efe Vélez, Luisita y Rafaelito, mucha plata, pérdida total, un poeta matricida, el dios del azar, Alá, Jehová, el Sagrado Corazón de Jesús, Madame Lucifer, Joseph Mankiewicz, Liz Taylor, una noche árabe, La Mancha, Sancho Panza, y, cómo no, la fiera inevitable. El lector se las arreglará para descubrir el nexo que hay entre cuarenta y cuatro piezas, que, a primera vista, no están relacionadas, y lo único que arman es un caos. La realidad nos propone rompecabezas más complicados.
