Ya será sorpresa que los críticos hablen de este libro. Y más sorpresa aún, si los pocos que lleguen a hablar no le piden permiso a Valente y a María Zambrano, para decidir si de la pornografía puede emerger una experiencia "religiosa".
Venerada Cuahutemoc
Nada tengo en principio contra la parodia de la religión, de lo que no estoy tan seguro es de que sea válido y adecuado dignificar la pornografía añadiéndole de manera mecánica elementos de parodia religiosa, lo que me temo que sea el producto final de lo intentado por Cardin. Lo que no hay duda es de que la posición moral contenida en el quiasmo del título resulta inequívoca a lo largo de todo el libro. Algo que tal vez podría resumirse en un enunciado de tipo gnóstico: echémonos en brazos del mal, tal vez así podamos salvarnos.
Eulogio Von Schirak S.I.
