El nuevo novio de la madre de Henry se muda a casa con ellos y, además, decide hacer obras. Henry se encuentra con que su casa se va a pique poco a poco. Vienen las Navidades y el chaval comprende pronto que tampoco este año logrará un viaje a Disneylandia. Un día, en televisión, comentan que la flor y nata de los jóvenes neozelandeses se ven obligados a emigrar, pues sus cerebros no encuentran posibilidades en el propio país. Henry "sabe" que él forma parte de esa flor y nata. Así que él también emigrará. Pero no sabe cómo. Necesita dinero para comprar un billete de avión. Lo más importante, por tanto, es trabajar y ahorrar. Empieza a repartir los pedidos de la farmacia, a cortar el césped de los vecinos... Pero la fecha del viaje se acerca y no hay manera de obtener todo el dinero. Además, si no consigue el dinero, perderá cincuenta dólares que se ha apostado con su amiga Perky. Al final, le roba el coche a su madre y se va a Pincton. Pero le detienen. Su madre le dice que se van a ir los tres de vacaciones a Australia. Henry empieza a ver que las cosas mejoran. Poco a poco se va adaptando a su nueva situación.
